5.2.13

Voy a escribir, por vos y por mi.

En mi cabeza las cosas parecen tan fáciles de explicar, tan sencillas de decir. Y acá estoy, ni sé cómo empezar. Las ideas se atropellan y hay tantas cosas que quiero que sepas.. 
 Para empezar, te extraño. Te extraño desde el día en que decidimos parar por el bien de los dos. Hoy no estoy tan segura que tanto bien nos hizo todo este tiempo. Creo que el no hablar y aclarar las cosas las empeoró más de lo necesario. Aún así de alguna forma ese tiempo me sirvió para descansar, para pensar, para revisar y entender de una vez qué quería en realidad. Traté de convencerme tantas veces de que no eras vos, que merecía algo mejor. Y te pido perdón, mil veces perdón, por no valorarte cuando te tenía. Por darle más importancia a esos defectos tontos que tantas veces también los tuve yo. Por querer amoldarte a mi manera de querer y no apreciar la tuya. Por exigir más de lo que yo te daba, por no demostrarte lo que sos para mí. Quizá tenías que soltarme un poco para que me diera cuenta. Nunca más cerca del “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
 Y fui tonta, lo admito, por no dejarme sentir algo que estaba tan claro para todos excepto para mí. Muchos me decían que se me notaba en la cara y yo no me quise ver. El miedo me cegó. Miedo a sentir, miedo al dolor. Miedo a ser vulnerable frente a vos. Miedo a entregarte todo de mí y quedarme sin nada. Nunca estamos menos protegidos contra el dolor que cuando amamos. Sabía que te quería, pero no aceptaba que te amaba. Alguna vez me dijiste que querías enamorarme, y que ilusa yo al ignorar que ya lo estaba.
 Los últimos días de vacaciones pasaron tranquilos, estaba como anestesiada (el hecho del oído y los miles de medicamentos ayudó bastante) y si bien te tenía presente no me hacías tanta falta. Aún así cada “te extraño” que te dije fue cierto y más de una vez necesité de tu abrazo, es una de las diferencias que provocas en mi. No trato de justificarme pero estoy tan acostumbrada a la distancia, y a tener que separarme de gente que quiero, que hasta aprendí a no extrañar. Muy frío, lo sé, pero la vida me hizo así. 
 Te juro, creí que ya estaba, que no había vuelta atrás, que lo nuestro se acababa y ya. Estaba convencida de que no iba a doler y que tenerte como amigo bastaba. Me cree una máscara de superada que no duró ni un round. Y ahí volví. Te vi, y entendí. 
 Perdón por las veces que actué sin pensar en vos, por las veces que te descuidé, por ser bruta y hablar sin tener en cuenta lo que puede llegar a herirte y por no saber cómo responder a tu cariño. Y sobretodo perdón por darme cuenta recién ahora. Todavía no sé qué me gusta más de vos o porqué te quiero, pero no me importa. “Ya no me encuentro preguntándome porqué, de una vez entiendo el ‘porque sí’”, es así. Por favor hacele caso a tu Pity querido y no intentes que te dé más razones.
 Un dato que por ahí ya sepas: la música habla mucho por mí. Y en los últimos días no paro de escuchar música. Temas nuevos, temas viejos. Lentos, movidos. En inglés o en español. Ponen palabras a eso que siento y no sé cómo decir. Inconsciente o conscientemente todos rayan en lo mismo: Te quiero, te extraño, quedate conmigo. Estoy feliz por lo que vivimos. Más allá de los problemas que pudo haber me encantó, y quiero agradecerte por eso. Pero a mí me quedan ganas de intentar, y si hay alguna oportunidad te quiero conmigo. Si no, todo bien también, que sea lo que tenga que ser. (Aunque acá entre nosotros, te confieso: yo te prefiero junto a mí.) 


Si me das a elegir, me quedo contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario