15.4.11

Y quién habló de masoquismo?

Cosas para hacer no faltan, pero tengo la necesidad de perderme un rato. De vagar y pensar, recorrer mi mente, de poner en claro algunas cosas. Pero no puedo. Y tengo ganas de escribir, de dejarme llevar por las letras, pero la inspiración se borra al roce de una tecla. Es que no puedo plasmar lo que pienso, porque desaparece instantaneamente cuando termino de hacerlo. Quisiera pensar en voz alta y grabarme, para poder recordar todo eso que me dije. Porque simplemente olvido lo que me prometo, lo que tengo que hacer. Olvido cuando me digo a mi misma que pensar en él es insalubre, que no me merece ni siquiera un poquito y que lejos estamos mejor; cuando me obligo a quererme y respetarme porque nunca acepto lo que valgo; cuando asumo que a partir de ese momento voy a ser mejor de lo que soy y lo que fuí. Y de alguna rara forma, que psicológicamente se podría explicar, esos pensamientos estan intimamente ligados. Porque no me quiero, no me amo, no me gusto, no me nada; por más que intente mil veces (y una más) aceptar que lo que veo en el espejo es lo que soy, es lo que hay. Sí, hay mucho por cambiar, pero milagros no van a pasar. Y es así como esta repulsión por mi misma nos lleva a él, el último que besé, al último que me entregué sin querer. El último, y probablemente el único, que me buscó, que quiso besarme, y que (aunque haya sido una mentira) me quiso, me deseó; o algo así. Es esa misma fucking razón lo que lo hace inolvidable, lo que lo mantiene cerca, porque quiera o no siempre termino en él. Pero lo detesto con toda mi alma, y si pudiera lo cagaría a piñas, le gritaría mil veces lo mierda que es. Eso es él, la peor persona, realmente el único del cual no puedo rescatar nada bueno, un pibe que no vale ni dos centavos. Es el tipico chico que si tuviera control sobre mi misma jamás buscaría, no me permitiría relacionarme con él, nunca. No es mi tipo, no lo quiero, no lo deseo, y cada vez que lo veo quiero correr, porque me genera un total y psicótico rechazo. Es totalmente patético que lo busque, querer importarle y querer que me quiera. Pero aún así después de todo recuerdo ese momento, recuerdo lo que pasó, y quiera o no el sillón se sentía mejor con él. Y muy a mi pesar deseo sus brazos en mi otra vez, sus caricias tan suaves que me calmaban, su mano en la mía, su voz en mi oído, y esa táctica de seducción barata que repite con todas.  Lo sé, me conformo con poco, porque poco es más de lo que tengo hoy. Porque es eso poco lo que necesito, hasta que todo este mejor.



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