15.4.11

Esa eterna lucha por destruir lo tuyo en mi.

Estaba bien, me dí cuenta que estaba bien. Muy bien. Bueno, MUY bien no, bien y punto. Me aleje del mundo virtual, mi vicio aunque no lo quiera aceptar, no porque buscara esconderme de alguien (más bien de todos), sino porque no lo necesitaba. No necesitaba saber que hacian todas esas personas poco interesantes que conformaban mi entorno, no tenía nada productivo que dar acá. Por eso no venía, estaba bien así. Pero no, tenía que pasar, algo tenía que cagarlo todo, porque una vida plena y equilibrada no existe en su totalidad. Así que tenías que venir y recordarme lo inservible que soy; vaga, desorganizada, volada, autista, y toda mi escoria. Tenías que venir y hacerme sentir mierda otra vez, como si ya no lo supiera, como si te pagaran por hacerlo, como si eso arreglara todos los putos problemas que tenés en tu vida. Como si eso te hiciera superior a mi. Y viniste, gritaste absurdamente, dijiste lo que se te cruzaba por la mente en el momento, como siempre. Te pusiste en el papel de victima y derrochaste palabras dejando entrever tu desesperación porque el mundo se te desborda de las manos. Entonces que mejor que destruir mi armonía, tirar abajo los escasos pilares que construí lentamente, dejando caer otra vez el peso de los problemas sobre mis hombros. Años de trabajo y esfuerzo los derramaste en segundos, desmereciendo la labor de la gente que me cuidó. Pero qué importa, no? Porque un par de horas a puro ladrido te liberan lo suficiente para poder soportar lo que realmente te hace mal; y nadie más podría entenderlo mejor que yo, porque cada vez me parezco más a vos. Y no hay nada que odie más de mi que la parte que se asemeja a lo que sos.


Si pudieras leer mi mente, estarías llorando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario